Etiquetas: henrik ibsen, un enemigo del pueblo.
HOLSTER.—¿Así que tiene usted demasiado que hacer?
PETRA.—Sí, y me alegra. Porque al terminar está una tan deliciosamente agotada…
BILLING.—¿Le gusta a usted eso?
PETRA.—¡Claro que sí! Después se duerme admirablemente.
WALTER.—Se creería que debes tener muchos pecados sobre tu conciencia, Petra.
PETRA.—¿Pecados?…
WALTER.—Sí, si trabajas tanto… El predicador dice que el trabajo se nos impuso como castigo por nuestros pecados.
FEDERICO. (Con un gesto de soberbia) —¡Bah! ¡Qué tonto eres en creer eso!
JUANA.—¡Federico, cuidado!
BILLING. (Riendo) —Tiene gracia.
Hiperlectura es mi espacio de relectura.